[SOBRE LA POESÍA DE
JOSÉ CARLOS ROSALES]
“Los poemas de [El buzo incorregible] constituyen el
calendario de un viaje sentimental en torno a una habitación vacía. Lo único
que pasa en ella es el tiempo, que mueve el reloj y la luz y la sombra, el
tránsito de una mañana de enero hasta una noche de diciembre, como si en un
solo día se contuviera un año y se agotara el porvenir” (Antonio Muñoz Molina).
“Un tema eterno en una forma nueva. Lo admirable en este caso [El precio de los días] es la capacidad de crear poesía en un espacio muy limitado, sin contorno de paisaje y sin acción, con muy contados elementos y con una pauta de ideas muy trilladas. Y más aún, lograr una gran intensidad de emoción con un texto en el que no hay relieve de imágenes ni contraste de colorido. [...] El conjunto apunta a una mano que domina el pulso de la sabia contención: menos, aquí, es siempre más” (Víctor García de la Concha).
“El tiempo es la trama de este
libro [El precio de los días], y si se
detalla con tanta exactitud su arquitectura exterior […] es tal vez con el
propósito de evidenciar su duración objetiva y su apariencia de norma en
contraste con los avatares recónditos de la soledad y la angustia” (Antonio
Muñoz Molina).
“En esa sobriedad enigmática
reside el equilibrio del libro [La nieve
blanca], entre la expresión de una conciencia que llega dolorida y otra
conciencia que apunta fortalecida y expectante” (Francisco Díaz de Castro).
“Los versos de José Carlos
Rosales suscitan una emoción imprevista pero que parece calculada en base a
leyes tan inexorables y misteriosas como las de la física” (Cristina García).
“Con tres excelentes libros de
poemas publicados: El buzo incorregible
(1988,1996), El precio de los días (1991)
y La nieve blanca (1995), de un tono
intimista y lenguaje justo, preciso,
lúcido, cercano a veces, sobre todo en La
nieve blanca, al minimalismo, ha llegado José Carlos Rosales a un punto de
sabiduría creativa envidiable” (Ángeles Mora).
“Sin insistencias anecdóticas,
sin desarrollos narrativos amplios, sus poemas [de José Carlos Rosales] apuntan
a extraer conocimiento de lo efímero y lo ilusorio que se desvanece, a
consignar la crónica del desengaño, una crónica seca, fragmentaria, minimalista
a veces, en la que, entre paradojas y evidencias, sólo se salva la cierta
voluntad de resistencia de su personaje” (Francisco Díaz de Castro).
“[El horizonte] es un libro donde las sutilezas múltiples de la vida
parecen alfileres clavándose en la carne indefensa del que ya sólo quisiera,
sencillamente, cierto sosiego” (Ángeles Mora).
“Mirar las cosas es ya vivirlas y
ese es el secreto de este libro abierto [El
horizonte], complejísimo y de una espléndida madurez poética” (Juan Carlos
Rodríguez).
“Lo verdaderamente raro [de El desierto, la arena] es su condición de libro reflexivo, de una profundidad que no abunda en la poesía actual, y menos aún expuesta con una claridad expresiva que evita el discurso lento y largo y aburrido en el que tantas veces cae una poesía que quiere pensar” (Juan Lamillar).
“El último libro de José Carlos Rosales [El desierto, la arena] es sin duda uno de sus poemarios más conseguidos, y éste es el quinto, y una de las entregas más inquietantes y sorprendentes de los últimos años en el panorama de la poesía española” (Juan Carlos Abril).
“[El desierto, la arena] es un libro no sólo memorable, sino
imprescindible y necesario” (Álvaro Salvador).
“El desierto, la arena es una larga historia de movimientos mínimos.
La extraordinaria unidad de los poemas, su comunidad tonal y la sabia
progresión de sus motivos son algunas de las razones que avalan este poemario.
Su escritura cabalga sin perder el paso, con un ritmo envolvente que nos invita
a leer de una sola sentada sus cuarenta y dos poemas” (Erika Martínez).
“Lo primero que impresiona en
estos Poemas a Milena, del grande y
casi secreto José Carlos Rosales, es la claridad de sus imágenes, que a través
de variaciones sucesivas repiten musicalmente, con ritmos y tonos consagrados
por la tradición o la legislación poética, la clásica polarización entre la ausencia
y la presencia de la persona amada, entre el vacío y la plenitud, entre el
sentido y el sinsentido” (Justo Navarro).
“Para mí este aspecto de la
intertextualidad es uno de los más jugosos del libro [Poemas a Milena], no porque se proponga como juego culturalista o
exhibición de autoridades; al contrario, ya que toda su escritura es más bien
pudorosa; sino porque las referencias aparecen como inevitables; […] José
Carlos Rosales convoca una gran asamblea de poetas de amor para hacerlos
partícipes del suyo (Andrés Soria Olmedo).
“Esa sobriedad [de Poemas a Milena] viene expresada en la
propia palabra, en la claridad de estilo de José Carlos Rosales, en su lenguaje
muy cercano al cotidiano, contenido, mesurado, sentencioso; la poesía, como
expresión sincera del sentimiento es un camino para un posible conocimiento
propio y del mundo, que pueda explicar los grandes temas que, no por repetidos,
sobrecogen y conmocionan al lector. En los poemas, como el mismo autor ha
escrito en alguna de sus poéticas, se cobijan los afanes dormidos de la gente,
los más naturales, los más nobles. Tal vez esta podría ser la respuesta a la
pregunta de Hilde Domin, para qué la lírica hoy: la lírica nos invita al
encuentro más sencillo y al mismo tiempo más difícil, el encuentro con nosotros
mismos” (Antonio Muñoz Palomares).
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